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NEPAL, MÁS ALLÁ DEL TURISMO. REFUGIADOS (REFUGEES): LA COMUNIDAD TIBETANA EN NEPAL

REFUGIADOS (REFUGEES): LA COMUNIDAD TIBETANA EN NEPAL





Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, art. 14.1:

“En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en cualquier país”

La Declaración Universal de Derechos Humanos fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 como un ideal común para todos los pueblos y naciones. Hoy en día no se cumple en su totalidad en ningún país, especialmente el artículo 14 sobre el derecho a asilo y refugio.


En octubre de 1950 el ejército de la República Popular China se hizo con el control de la Región autónoma del Tíbet. Tras las revueltas, y su posterior aplastamiento, miles de personas fueron obligadas a huir de su tierra, no sólo los miembros del gobierno, sino también monjes y buena parte de la población civil.  La mayoría se refugió en India, Nepal y Bután.



Hoy por cuarta vez he visitado el asentamiento tibetano de Tashiling en Pokhara, Nepal. No lo llamaría Campo de Refugiados, pues, a diferencia de los campos de refugiados en Tindouf, Líbano o Irak, aquí la población tibetana vive con las mismas comodidades que la población nepalí.  Alojamiento, escuelas, monasterios y negocios es lo que podemos ver en estos asentamientos, en un país muy pobre como Nepal que les ha acogido con los brazos abiertos y les trata como iguales desde su llegada, hace 70 años. Las similitudes culturales y religiosas, así como muchos grupos tibetanos que han vivido en las regiones fronterizas de Dolpo y Mustang, hacen que este país tan humilde sea un ejemplo de acogida y de que los derechos de asilo y refugio sean una realidad en él.



La ocupación tibetana por parte de China será la que más rechazo produce en Occidente (aparte de la actual invasión de Ucrania por parte de Rusia) y la solidaridad con el pueblo tibetano es abanderada por figuras del espectáculo como Richard Gere, Penélope Cruz o Nacho Cano.



La campaña “Free Tíbet” me produce las mismas inquietudes que la reforma laboral de Yolanda Díaz. Si es del agrado de la CEOE y los sindicatos mayoritarios dudo que sea beneficiosa para la clase obrera. Otro tanto me ocurre con “Free Tíbet”, si tiene la simpatía de estos personajes, que para nada les interesa la realidad del pueblo palestino, o el pueblo saharaui, habría que plantearse cual es o era la realidad del Tíbet antes de la ocupación china.



Para empezar, ¿por qué esta simpatía por el pueblo tibetano y los líderes budistas? Si China ocupó igualmente la región de Xingiang fronteriza con Pakistán, Kirguistán y Tayikistán, cuya población uigur fue igualmente sometida, ¿por qué a nadie le interesa la población uigur? Pues muy fácil, son musulmanes y ser musulmán no cotiza en bolsa en estos días.


Por otra parte, ¿por qué cae tan bien el budismo en Occidente? Su mensaje es precioso, el amor al prójimo, la ayuda a las personas desfavorecidas y la búsqueda de la felicidad a través de la paz interior. El cristianismo también tiene un mensaje similar, sin embargo, como vemos el poder de la Iglesia Católica y las demás de origen cristiano nada tienen que ver con este mensaje.


Otro tanto ocurre con el budismo, en 2017, los líderes budistas lanzaron una campaña de odio hacia la población Rohingya en Myanmar que desembocó con la persecución, matanza y éxodo de cientos de miles de personas a Bangladesh, un genocidio muy comparable con el que ocurrió en Ruanda, especialmente en lo que a la indiferencia internacional se refiere. Por cierto, los Rohingyas también son musulmanes.


Una última duda es: ¿Cuál es la situación actual del Tíbet después de la ocupación? No cabe duda que el anterior régimen era un gobierno feudal, teocrático que vivían en la edad media, hoy día el Tíbet cuenta con las mismas infraestructuras que cualquier otra provincia china. A la población tibetana le ocurre lo que satiriza Monty Python en “La vida de Brian”: ¿Qué han hecho los chinos por nosotros?: pues carreteras, escuelas, hospitales, ferrocarril, electricidad… y hasta hay Internet!!!

Pero es un territorio ocupado, al igual que Palestina, el Sáhara Occidental, Ucrania… y eso es absolutamente inaceptable.

Además, viendo las caras de estas personas, monjes jóvenes que ya han nacido en Nepal, otros que llegaron en el 59, civiles que tuvieron que dejarlo todo, salir huyendo con lo puesto, con el miedo como equipaje y el enemigo a sus espaldas y pese a todo te sonríen, te enseñan su casa, te invitan a té. Por supuesto te muestran su artesanía y te venden, bueno, a mí me han vendido medio Tíbet.

Me quedo con la satisfacción de que esta gente ha encontrado, aquí en Nepal, un pueblo que les ha acogido les ha hecho sentirse una parte más de esta sociedad y no unos extraños o marginados como ocurre en otros países.

Mirándoles a los ojos y viendo la sonrisa de estas mujeres que llevan aquí más de 70 años solo me sale del corazón decir:

¡¡¡REFUGEES WELCOME!!!

 

[Texto y fotografías de Francisco José Fernández Román]

 


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