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martes, 31 de octubre de 2023

SE BUSCA LA FOTOTECA HISPALENSE (Belén Jiménez)

Miguel Angel Yáñez Polo. Autorretrato. Fotomontaje. Sin fecha conocida

Miguel Angel Yáñez Polo está aquí como creador, conservador, y, aunque no lo dice  su página como propietario, sus herederos al menos lo son, de la Fototeca Hispalense. Está como estudioso de la historia de la fotografía, disciplina que inaugura en Sevilla y como autor de los libros en los que rastreamos las huellas de nuestra interesante heroína, nuestra vecina, fotógrafa que vivió en la la calle Feria entre 1915 y 1936, Francisca García Rodríguez, la “tía Paquita”, cuyo mundo y cuya historia queremos recuperar en estas entradas, un poco desordenadas, que mes a mes vamos compartiendo con vosotros.

No sé cuando empezó en Yañez Polo el deseo de coleccionar fotografía antigua, si heredó de su padre la afición o si fue el descubrimiento de un chaval inquieto que desde los 19 años había querido ser fotógrafo. Tenia 35 cuando pensó un futuro mejor, más culto, más libre, más interesante para la fotografía en Andalucía, cuando creó en torno a un manifiesto hecho público en Cádiz en 1975, el grupo F8. Jose Manuel Holgado era su mejor amigo y Miguel B. Márquez, Justo Ramos, Fernando Manso, Encarnación León, Toti Camacho y Felipe Sevilla, fueron con ellos miembros fundadores.

 



Ahí lo tenéis en una foto gamberrosurrealista. Es el primero a la izquierda, creo, con varios de los miembros del grupo F8. Míguel Angel Yáñez Polo es el líder del grupo y, por lo que vamos sabiendo, su miembro más brillante y más destacado. 

En 1975 expone con sus compañeros por primera vez en Cadiz y siguen exponiendo juntos hasta 1984, el grupo cada vez más mermado. Sólo Holgado, Bobo Márquez y él en la última que encuentro. Mientras, Yáñez Polo expone en solitario en galerías y museos importantes hasta 1992 y tiene un curriculum bastante largo que podéis encontrar en su página web. Fue uno de los más reconocidos fotomontadores de la época, a la altura de los mejores. Así se le considera y así lo consideré yo en cuanto vi sus obras. Os pongo la dirección de su página web en notas para que las veáis, yo selecciono más abajo algunas, las que más me gustan. 

La vie fuyant. Sevilla 1988



¿Era ya médico internista, estaba ya casado con Toti, tenía ya hijos? 



Además de hacer montaje fotográfico intervenía las imágenes con reveladores en un proceso que, según hemos sabido, era de su invención, de forma que cada una de sus obras era una pieza única. Supimos también que una inundación deterioró una parte sustancial de su obra que se hallaba en el chalet en el que vivió con Toti Camacho, compañera fotógrafa y madre de sus hijos y que alberga en la actualidad la fototeca Hispalense.


Apuntes subconscientes 1

Sus estudios sobre la historia de la fotografía en Sevilla empiezan en esta misma época.1976 es una fecha probable porque en el curso 1977-1978 creó el Seminario de Historia de la Fotografía Sevillana que se reunió durante unos años en el Ateneo. Podríamos decir sin exagerar, que fue el creador de la disciplina en Andalucía, que antes de él no se había hecho ningún trabajo riguroso, prácticamente nada con pretensiones teóricas y que crea un obra notable sobre la historia de la fotografía de nuestra ciudad. 

La Fototeca Hispalense que empezó a nacer entonces contiene más de 100.000 fotografías,  de las cuales más de 50.0000 están documentadas y muchas pertenecen a los más grandes fotógrafos de la ciudad. Dijo la prensa cuando se publicó el libro la Sevilla Recuperada  (N) que 4000 familias habían colaborado en la creación de la colección. Nos chocó la cifra al leerla . 4.000 familias. Cuatro mil días, cuatro mil puertas abiertas, cuatro mil señoras o señores con la caja de lata entre las manos. La tarea nos resultaba increíble. Pensamos que siendo como eran muchas de ellas colecciones familiares el grueso de la colección serían las copias, aunque luego supimos que también compró y cambió mucho y que la Fototeca recibió muchas donaciones. No debió trabajar solo. 

De esos años de juventud son muchas de las grabaciones que andamos buscando, porque Miguel Angel Yáñez Polo, que era moderno y práctico y que seguramente no podía abarcar todo lo que llevaba entre manos, recurrió a las grabaciones para conservar, de viva voz, una memoria que se perdía, un material precioso que le serviría en el futuro para completar esa Historia General de la Fotografía en Sevilla que es su mayor obra. Grabó conversaciones sobre todo lo que le pareció interesante, habló con todos los que sabían algo del mundo de la fotografía en la ciudad. Se trata de un material con un enorme valor histórico que nos interesa muy especialmente, porque una de las grabaciones, la que registra su conversación con Ruiz Alcaína realizada el día 8 de agosto de 1978 trata sobre la tía Paquita. 


" Era ella, en el mejor sentido de la palabra, una cachondona buena. Metidita en carnes, bajita, siempre vestida de negro, la gente decía que era viuda de un fotógrafo de un pueblo de la sierra. No sé. Le gustaa un poquito el piripi y, creo, que nunca tuvo hijos. Desde luego su aspecto no era muy para gabinete de retratos. siempre tenía un moño con gitanillas. La conocí sobre 1916 cuando yo estaba con Perez Romero en la Rioja pero iba mucho todavía por el ambiente del pobre Medina. Créame si le digo que era la mujer que más se reía del mundo. Ella misma se jaleaba y había que verla bailoteando y tocando las palmas. No lo hacía tan mal"

 

Y como Paquita vivía en el ámbito del Medina fotógrafo sandunguero de la generación anterior que vivía frente por frente y que juntaba en su estudio la fiesta flamenca/fotográfica a la que según parece Paquita era tan aficionada, también nos interesaría muchísimo oír la grabación  que recoge su conversación con Ruiz Alcaina sobre Medina y sus fiestas. Y según vamos leyendo y encontrando relaciones, ya sabéis, el deseo de saber se multiplica. 

Yañez había querido que la suya fuera una colección que reflejara la historia, la memoria del tiempo que se fue en la ciudad, en sus gentes. Eso tiene para nosotros un gran valor porque muchas de las obras de la Fototeca llegaron allí, para ser cuidadas e investigadas, no por pertenecer a los grandes autores que regentaban los mejores estudios de la ciudad, sino por mostrar lo popular en las calles más vivas, en los mercados, en las ferias... por eso la Fototeca Hispalense contiene una gran cantidad de anónimos. Y ya sabemos que los anónimos muchas veces son obras de mujeres. En la Fototeca Hispalense esperamos encontrar más fotografías de tía Paquita. De hecho, la única foto suya conocemos forma parte de la colección.

 
























lunes, 8 de mayo de 2023

NOTICIAS DE LA TÍA PAQUITA (Belén Jiménez)

García Rodríguez, Francisca. Tía Paquita. Retrato de El “Titi”.
 Anticuario en el Jueves. 14 X 9 cm. Gelatinohaluro. Sevilla 1925.

 

22 abril de 2023

Es suya. La fotografía que tenéis ante vuestros ojos es de la Tía Paquita. Por fin una señal real de su existencia. 

Estaba en el libro “La Sevilla Recuperada” que el Diario de Sevilla vendió como coleccionable en el año 2000 y que Yáñez Polo compuso con fotografías de su colección: La fototeca Hispalense.

Habíamos leído que, como fotógrafa, Paquita era mediocre. Yáñez utiliza su figura, la de la única mujer de la que habla en su generación, para mentar a una casta de fotógrafos sin interés artístico ninguno, que se buscan la vida con “tres viejas cubetas, una desfasada cámara, cuatro telones cursis y dos lámparas de incandescencia”(1). Eso habíamos leído y nos habíamos quedado conformes. No era una buena fotógrafa, qué le vamos a hacer ... Sin embargo el retrato nos encantó a los tres. 

El Titi pudo ser el primer Titi, el que les diera nombre a los titis que siempre ha habido en el barrio o ser otro de los sucesivos titis que han visto estas calles. No puede tener una apariencia más abierta, más franca, más de aquí. Es un plano americano, dice Teresa, extraño en la fotografía de la época. Un retrato poderoso, que nos regala un día de contento en un mes de abril sediento y caluroso.

 

Anónimo. Retrato de José Verdete y su esposa
Anónimo. Retrato de José Verdete y su esposa
Gelatinohaluro. Sevilla 1926


En el mismo libro el retrato de José Verdete y su esposa. Son los vecinos de Tía Paquita. Pudo hacerlo ella. Hay tantas mujeres escondidas detrás de las obras anónimas... Entonces,  ese podría ser su estudio, ese el suelo hidráulico, tan frecuente en lo que se conserva del barrio, de su casa. La mirada directa y confianzuda de la mujer que podría tener delante a su vecina, su postura, su atuendo, ese bolso oscuro que le cuelga, todo en ella es un puro interrogante... él, más almibarado, la mira.  ¿Quienes eran José Verdete y su esposa? Yáñez debió saber que eran vecinos de Tia Paquita por Juan Ruiz Alcaina,(2) el mismo que nos dejó su descripción, estas pocas palabras que nos han traído hasta aquí.

 





Luna, Fernando. Anita González Serna, de Carnaval. 18 x 13 cm. Gelatinohaluro. Sevilla 1922
 Luna, Fernando. Anita González Serna, de Carnaval. 18 x 13 cm. Gelatinohaluro. Sevilla 1922

                                       

El último regalo del libro es esta preciosa fotografía de Fernando Luna. Podría haberse hecho en París o en Nueva York, de tan moderna. Esa modernidad que el golpe de estado interrrumpió. Yáñez dice en su libro que Luna era especialista en fotografía de carnaval, que tenía en su estudio disfraces y pelucas, que vendió varias colecciones de postales de imágenes de carnaval entre los años 1915-1935 y que era una retratista fino y elegante.

Luna es, siempre según Yáñez, vecino puerta con puerta de Tía Paquita, y como sueño con ponerle la cara, había pensado que quizá podríamos encontrarla en alguna fotografía suya, disfrazada quizá, de relleno en un grupo, quién sabe. 


               Sánchez del Pando. Venta de libros en el mercadillo de “El Jueves” de la calle Feria. 1936. Fototeca Municipal. 

Aquí, donde la calle Feria se estrecha pasado el Archivo de Protocolos, podríamos dibujar  un triangulo que tendría dos vértices muy juntos, los estudios de Paquita y de Fernando Luna. El otro, cruzaría la calle, hasta la casa de Manuel Medina. Ruiz Alcaina, que fue su alumno, como otros fotógrafos sevillanos, cuenta que allí la conoció en 1916. Paquita hace un año que ocupa su estudio.  

Me extrañaba desde el principio la llegada a Sevilla de Paquita. Viene viuda de un pueblo de la Sierra y se establece en el sitio que concentra el mayor número de fotógrafos de Sevilla, donde llegan de los pueblos en busca del retrato más barato que ya todos quieren tener. En el mejor sitio. Medina está a punto de cerrar su estudio o lo ha cerrado ya. El texto solo habla del “ambiente del pobre Medina”. Murió en 1930. Tenía 67 años si es verdad que nació en 1863. Yáñez habla de una clientela común que incluiría a las gentes del mundillo del flamenco, a los habitantes de las corralas del barrio y a las prostitutas de la Alameda. Medina era barato y si había que fiar, fiaba. Y Paquita fiaba también. Además eran los festeros y flamencos. Él tocaba la guitarra con talento y las fiestas en su casa eran famosas. 

Ni inventándolo sueña uno con encontrar una pareja ésta. Dos fotógrafos flamencos en el corazón de la Macarena desde 1915 a 1936. 

Como un padre y una hija los imaginé al principio. Seguro que Paquita cruzaba muchas veces la calle al día hasta el número 10. Por eso se había acostumbrado a dejar la puerta abierta. Ella habría venido a Sevilla justo a eso, a heredar la clientela de Medina, a cuidarlo quizá. Medina le enseñó y ella se integró con alegría en sus fiestas. 

Pero las fechas no cuadran. Medina había nacido en 1863 dice Yáñez. Tenía 53 años en el relato de Alcaina. No era tan mayor. Y Paquita tampoco debía ser tan joven. El apelativo “Tía” familiar y cariñoso, no se aplica a las mujeres jóvenes. Ahora pienso que Paquita no era cincuentona como había imaginado, sino sesentona en el momento de su desaparición en 1936. Y la relación filial se apaga en mi imaginación como una vela. Mas bien amor, me digo. Aunque me asalta la duda de un error en las fechas. ¿Por qué iba a querer Medina cerrar su estudio a los cincuenta años? Estaba para fiestas luego tan enfermo no estaría. 

De Medina dice Yáñez que dejó una maravillosa galería de retratos de un valor sociológico incalculable. ¿Dónde están? Que hizo también “algunos chistes fotográficos, composiciones jocosas, salerosas y bien ejecutadas”. ¿Dónde están?

Habría que hacer un SE BUSCA sobre Manuel Medina, me digo y me percato de lo difícil que se presenta la tarea. Esta fotografía suya que me gusta muchísimo es lo único que he encontrado.  

“Una fotografía con historia, tomada a principios del siglo XX nos muestra el personal de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. En la planta alta y asomadas al balcón vemos a las Cigarreras, en la planta baja y a la derecha de la fuente diseñada por Cayetano da Costa vemos a los operarios de la fábrica mientras que a la izquierda de la fuente aparece el personal directivo. Es una verdadera pena que no tenga mayor calidad”. 

Fotografia: Manuel Medina.

Fuente: Personal U.S.

 

 Dejo a Manuel Medina y vuelvo a mirar la calle Feria, tan igual, tan como siempre. Casi puedo verla. A Paquita cruzando ligera la calle.


Es una mañana de primavera. Una primavera fresca como las de entonces. ¿Abril? 1936. Ahí están, distraídos, ojeando los libros, ajenos al horror que llegaría a los pocos meses. En el aire el olor a aceite frito de los calentitos que venden en el puesto de la esquina. Es jueves. Paquita se echa a la calle y se deja abierta la puerta de su estudio y cuando Alcaina le advierte responde: “¿Qué me van a robar, si ahí no hay más que cuatro porquerías?” 

Notas:

1. En cursiva recojo palabras textuales del libro de Miguel Angel Yáñez Polo "HISTORIA GENERAL DE LA FOTOGRAFÍA EN SEVILLA.

2. Juan Ruiz Alcaina es el dueño de la memoria que tenemos de Francisca García Rodriguez, Tía Paquita, la protagonista de nuestra búsqueda. Lo poco que sabemos de ella, lo sabemos por él. Yáñez Polo cita textualmente sus palabras cuando habla de ella en su libro. Buscamos la grabación de la conversación que sobre Tía Paquita realizó el día 8 de agosto de 1978.  

lunes, 10 de abril de 2023

SE BUSCAN 2: LAS GRABACIONES DE JUAN RUIZ ALCAINA (Belén Jiménez)



La de la foto es la abuela L.A. Lo dice mi madre en el reverso con su preciosa letra. Vuelvo a ver su mano pequeña agarrada al bolígrafo, su anillo inmenso.

De la abuela L.A solo sé que murió calva. Un extraño silencio recorre la memoria de la familia de mi abuelo, su hijo.

Miguel Angel Yáñez Polo, el autor del libro que he citado tantas veces(1) le dedica a Rafael Pavón, que firma la fotografía de mi bisabuela, un par de páginas. No parece saber cómo llegó a la ciudad ni con quién aprendió. No dice nada de su lugar de nacimiento sólo que se establece en 1907 en la calle Rioja. Va de los números 11 al 41 en esa calle, pero su lugar definitivo será Tetuán 5 donde crea uno de los gabinetes mas lujosos de la ciudad. “Decorado de manera sobria y elegante y con una extraordinaria iluminación eléctrica”. No sé qué era en 1911 una extraordinaria iluminación. Es tan fácil pensar que todo ha sido siempre igual. 

La señora debía tener unos sesenta años cuando se puso delante de uno de los forillos hermosamente pintados que tenía Pavón. 

“Doce telones pintados y otros tantos monocromos, todos ellos movidos por poleas, formaban la galería. Al fondo de la casa existía un pequeño almacén para mobiliario y un soberbio laboratorio”.

Yáñez tiene a Pavón por un gran retratista, renovador y sensible a la expresión de la personalidad de sus modelos. Destaca en la factura la calidad de los detalles en la sombra. Los busco en la imagen. Sobre la silla el álbum de fotografías, la flor en el poyete que simula en el telón una ventana que simula iluminar suavemente el rostro de la señora. 




Parecido al retrato puedo imaginarlo. No es una buena copia pero puede verse su firma a la izquierda y a la derecha la dirección: SEVILLA Rioja 11. Es un retrato, por tanto, más antiguo, hecho en su primera ubicación.

Parece que el tal Pavón era un hombre culto, de porte elegante y distinguido y con un bigote estilo Kaiser que se atusaba con frecuencia. Paseaba las terrazas de la calle Sierpes siendo bien considerado por los que otorgaban el don de visitar a los unos y a los otros (2), pero algo debió torcerse. Problemas familiares, una economía en ruina que no pudo resolver, quién sabe, el caso es que Pavón, un día, que era un día cualquiera para los demás y el día de su muerte para él, cogió el camino y se dirigió a la Plaza de Santa Barbara. Allí había un bar donde a veces se reunía con algunos amigos. En el bolsillo llevaba un veneno que había cogido en su laboratorio. Sublimado corrosivo en la dosis justa para que la muerte fuera rápida. Se lo tomó allí, delante de todos, después de charlar un rato con los unos y los otros. La cosa que lo trae y trae aquí su muerte que debió ser espantosa, es que Juan Ruiz Alcaina estaba allí. 

Juan Ruiz Alcaina fue un fotoesmaltista que tenía el taller en la calle Regina. A pesar de que es una importantísima fuente de información sobre el mundo de la fotografía de su época, no hay mucho en el libro sobre él. 

Sucedió en 1927. Si suponemos que en 1907, cuando se establece en Sevilla, tenía 30 años, en el 27 tendría unos 50. 

"Lo llevamos a su casa en un coche de caballos y al llegar al Duque ya estaba muerto”

Juan Ruiz Alcaina estaba allí. Un olor horrible, vómitos y una palidez que no era de este mundo, le contó a Yañez Polo, igual que le contó que había una fotógrafa en la calle Feria que era alegre como unas castañuelas, La tía Paquita. Una conversación sobre Rafael Pavón y otra sobre tía Paquita es lo que andamos buscando. Unas conversaciones que fueron grabadas en agosto en el año 1978 y que no están publicadas. Forman parte del legado de Miguel Angel Yáñez Polo a la ciudad de Sevilla y a sus gentes. 

Y viendo las fotos de Pavón en internet, buscando, encontré una nota sorprendente. Era del servicio de búsqueda de PARES(3) Decía así: 


“Muchos de los fotógrafos eran a la vez masones, y de ellos se conservan expedientes de depuración en la Sección Especial: son los casos de Jaime Bruzón Morello, Rafael Pavón, retratista prestigioso que trabajó para la Revista Bética, Francisco Prieto Losada, Teodoro Maisch y el estudio Bernabé, de Manila” 


Es mi primera noticia. Rafael Pavón fue masón y fue un masón destacado.
 
 
Rafael Pavón Fernández, simbólico Zoroastro grado 4º fotógrafo
con estudio en Sevilla, 'comenzó a trabajar en 1907....retratista
magnífico, con suntuoso gabinete al arco voltaico, se suicidó con
sublimado corrosivo de su laboratorio' según Miguel Angel Yáñez
Polo en 'Historia de la fotografía en Andalucia', p.56
Voy a la SECCIÓN ESPECIAL(F) a la que me dirige la búsqueda. Sobre el expediente de depuración no hay nada pero encuentro estas dos fotografías perfectas, bien digitalizadas y bien documentadas. Hechas por Rafael Pavón el fotógrafo que había hecho el retrato de la abuela Lola.

 


Retrato de grupo

Fotografía en formato imperial donde hombres, mujeres y niños, posiblemente de la Logia Isis de Sevilla, están fotografiados en las ruinas de Itálica. Los hombres aparecen adornados con atributos masónicos, algunas mujeres y un niño también.

Fotografía pegada sobre portafotos que conserva en su parte superior cordel para colgar.
A pie de foto manuscrito: 'Ruinas de Itálica/28 Diciembre 1913'
A pie de foto sello grabado: PAVON/SEVILLA

 


Retrato de grupo.

Fotografía de los hermanos de la Logia Fe de Sevilla en su tenida de inauguración del nuevo templo. Preside el Venerable Maestro. Los hermanos llevan atributos masónicos de cargo y grado y se pueden ver atributos de taller como la cadena de unión, el suelo ajedrezado, el ara, etc. 

Debajo de la esta última fotografía un texto manuscrito nada interesante y sin fechar que he recortado igual que los portafotos, permitiéndome una licencia por la que pido perdón, para poder asomarme a las caras de estos hombres y mujeres que me son tan extraños. No sé si la palabra MASONERÍA tiene para vosotros el mismo pálpito, el mismo resonar lejano y misterioso. 

Franco los persiguió con ahínco. 

En PARES, el portal de Archivos Españoles, se custodia su memoria.


NOTAS

  1. Miguel Ángel Yañez Polo: "Historia General de la Fotografía en Sevilla". 

      2. https://www.todocoleccion.net/fotografia-antigua-gelatinobromuro/sevilla-fotografo-r-                 

         pavon-principio-1900-mide-14-50-x-10-c-m-ver-fotos~x331915598

       3. Portal de Archivos Españoles (PARES) - PARES | Ministerio ... 

           culturaydeporte.gob.es

              https://pares.culturaydeporte.gob.es





miércoles, 25 de enero de 2023

SE BUSCA: A Francisca García Rodríguez. FOTÓGRAFA (Belén Jiménez)

 3-11-2022

El libro tiraba de mí y aunque tenía que leer otra cosa no pude dejarlo. 
Busqué en el indice. De 1844 a 1939 hay diecisiete mujeres fotógrafas en Sevilla. La primera en 1855. Entrado el siglo XX hay tres fotógrafas en la capital, una en Cazalla de la Sierra y otra en Marchena. En eso estaba cuando di con una fotógrafa que había trabajado durante más de veinte años en la calle Feria, en el número 23. La llamaban Tía Paquita. Era Francisca García Rodriguez. Solo aparece su nombre en esa página, en la 189. No hay nada más sobre ella en el libro. 

Más de veinte años. Desde 1915 hasta 1936. Ahí desaparece su huella. La imagino, a la Tía Paquita, roja y cincuentona, hija de un fotógrafo quizá o sobrina. 

Supongo que siendo la calle Feria un lugar comercial y de mucho tránsito donde el mercado del Jueves animaba el barrio una vez por semana, la tía Paquita debió hacer muchos retratos. 

 Entre los años 1915-1936. Desaparece justo en el comienzo de la guerra. Puede que huyera. Puede que su rastro se encuentre en Cazalla o Aracena, en la sierra, en una casa pequeña y que sea su hija la que guarde, en tres latas de carne de membrillo ya oxidadas, cientos de fotos de montañas, árboles y riachuelos, fotografías de la casa, los hijos y los nietos. O quizá siguió retratando, quién sabe, y aparece su rastro en otro lado. 

He buscado en internet, claro, y no hay nada. Queda la posibilidad de intentar ponerme en contacto con Antonio Jesús González Pérez, el autor del libro. Me encantaría hacerlo porque me parece apasionante y me siento agradecida.

Abajo tres imágenes fechadas de la calle Feria y el mercado. Las fotografías se alejan en dirección a la Resolana (hubo en tiempos una fábrica de pianos, me he informado) y se acercan al tiempo de Paquita que debió poner tienda en 1915.

LUCIEN LEVY 1890. Calle Feria. Mercado del Jueves


1907. Calle Feria y mercado del Jueves



1910. Calle Feria desde La Resolana (a la izquierda pianos Piazza)

En 1910, fecha de la última fotografía, todavía no se había construido el colegio. Debe ser un día de Semana Santa. Hay mucha gente. Las ropas oscuras, las faltas largas.

Sueño con poner a la Tía Paquita en el mundo de nuevo. Ponerle cara. Buscar sus retratos, ver cómo los firmaba, si es que los firmaba porque he visto en estos días muchos retratos sin firmar.  

Si era una fotógrafa humilde sin muchas pretensiones, que hacía retratos a los que venían del pueblo con cuatro cosas que vender los días de mercado, a los más pobres, si era la más barata o le fiaba los retratos a los vecinos del barrio cuando había nacido el primer nieto o el hijo se casaba. Si llegaban a su casa los del campo, en la tartana, con el traje de novia en una maleta de cartón y tan arrugado que había que calentar la plancha y tratar de ponerlo en condiciones, consciente ella, la tía Paquita que ayudaba, de que iba hacer el retrato más importante de la vida de ellos, tal vez el primer retrato. Ponía preciosas a las novias que venían a veces ya preñadas, meses después de la boda y a ellos les corregía la postura. A veces mandaba al mercado a su hijo a por flores frescas porque venían sin ramo, para que todas tuvieran una flor entre sus manos. De todas formas a Paquita le encantan las flores frescas y Antonio, el del puesto del mercado se las deja a buen precio y sabe que deben ser siempre blancas que las amarillas salen en la foto de un color gris que no encaja. 

Entonces disparaba, una sola vez, que para ser barata había que ser certera. 

14-11-2022

Así imagino mientras no puedo buscar información.

Escribo “frente al mercado” y recuerdo que hace unos años había un estudio de fotografía ahí justo, donde estaba imaginando o un poco más arriba. Recuerdo muy bien su escaparate. Pudo ser el suyo y que ella lo hubiera traspasado. Puedo preguntar en el mercado. Quizá sepa alguien, quizá encuentre alguna referencia. 

¡Viaje hasta el futuro en busca del pasado! 

Puede que hubiera que visitar la casa de un vecino de La Algaba que guardara una foto de sus padres hecha por ella. 

Lo sabe porque su padre le contó. Tuvo que pagarlo en tres plazos porque aquel año las lluvias se habían retrasado y ni el grano ni las huertas habían tenido buenas cosechas. La madre había perdido la esperanza de tener una foto de su boda. Ya se había conformado, cuando él se presentó en la casa y le dijo que preparara el vestido, que no importaba que oliera a naftalina que lo planchara y lo tuviera dispuesto de madrugada que a las cinco salía el vecino en el carro rumbo a Sevilla con la fruta y había pedido el día libre. Dejaron en casa de doña Paquita el vestido y pasearon horas y horas por la ciudad. El tiempo les pareció larguísimo y no salían de su asombro con todo lo que vieron aquél día. Así contaba mientras sostenía la fotografía de la boda de sus padres en las manos. Esta fotografía que está debajo. Esas manos. 

 


16-11-2022

 No me oriento bien en el tiempo. No sé como habrían de vestirse para su boda en los años 20/30 las jóvenes humildes que vivían en los pueblos. Esta falda tan corta... Parece que entre los más pobres la vestimenta para el casamiento era, con mucha frecuencia, negra y les duraba para toda la vida. La usaban solo para ocasiones importantes, llegando incluso a ser sepultados con ella. Hasta el matrimonio de la reina Victoria en 1840 los trajes de novia no eran blancos. 

 


Tampoco el 23 de la calle Feria está enfrente del mercado. Está a la altura de Montesión, lindando con el Archivo de Protocolos. Un poco más arriba o más abajo, porque supongo que la numeración puede haber cambiado.

Al menos tengo una buena noticia. No la mataron. No la encontré en la web TODOS LOS NOMBRES.

En la cárcel. Puede que su hija y ella acabaran en la cárcel. 

 Fueron a por ellos a la casa. Oyeron llamar a la puerta de madrugada. Los hombres habían huido, no pensaban que iban también a atacar a las mujeres y había que cuidar la cámara y las herramientas, por eso ellas se quedaron. Mejor a buen recaudo, pensaron. Pero no, no fue así. Allí no estaban seguras. Las prendieron y las montaron en un camión. Hacía seis días que había empezado la guerra y el barrio callaba de noche y de día. Una niebla había venido a asentarse sobre las calles aunque no era tiempo. O era humo. Quién sabe. El barrio entero se escondía. 

Julio de 1936. Plaza de Churruca

 

Fondo Serrano. 31 de Julio de 1936. Plaza de San Marcos (Sevilla)

Sevilla 1936. Foto coloreada por Eugenio R

Varios camiones a las puertas de la Audiencia cargan detenidos para trasladarlos a la Prisión Provincial o a lugares de fusilamiento. / Fotos: Fototeca Municipal de Sevilla-Archivo Serrano


16-11-2022  
 
 Tengo tres fotografías en las manos. Las hemos ampliado bien y se pueden ver con bastante claridad. Las sacamos de la carpeta y se las mostramos a Juana la de la calle Relator. A su madre le gustaba contar su juventud y se repetía con frecuencia, según parece. Tenía fotos en todo su alrededor, en las mesas, las consolas, la estantería y conforme contaba señalaba a las unas y a las otras. Me contó muchas veces la historia de la tía Paquita, señalando una fotografía que se hicieron las dos parejas amigas un Domingo de Ramos en su estudio de la calle Feria. La hizo Vicente. Estaba en el laboratorio y lo llamaron. Él fue quien disparó pero Paquita lo había dispuesto todo. Las dos mujeres se habían cosido el traje que estrenaban.
Nos volvemos a lamentar por la fotografía perdida. Y Juana se ofrece a buscar en un desván en la casa del pueblo. ¿Quién sabe? 
Menos mal que ella no lo vio. Mi madre. Se lo contó Vicente. Vicente estaba allí y quiso hacerle fotos. Le estrellaron la cámara en la cara y le partieron la nariz. Una cámara pequeña que tenía la UGT. Él se quedó con lo de la tía Paquita, con todo lo suyo, pero era un buen hombre y cuando pudo lo pagó. Eso me contó mi madre. Es con su familia con quien tenéis que hablar.
La pilló cuando las llevaban por San Jacinto. Se agachó para que no le vieran y sacó fotos desde un hueco que quedaba detrás de un banco de piedra y hierro, muchas fotos, de las seis mujeres medio desnudas, sucias, llorosas que bajaban la cara para no ver a sus vecinas, a sus hermanas, a sus hijos. Los de la Antonia, que también era del barrio, la habían seguido desde la puerta de la cárcel donde habían ido a preguntar por ella. Una mujer lo denunció, a Vicente. En un segundo se vio arrastrado por el suelo. Su cámara se perdió y las fotos. Alguien la robo en el barullo y él se salvó porque le había apadrinado un cura en su pueblo y en el convento vivió mientras duró la guerra. Dos meses en la cárcel de le había costado su osadía. Poco. Tantos murieron.

 

22-11-2022

          Dónde habrían llevado a Paquita si la hubieran detenido y a Vicente, me pregunto.

Y como la historia no me deja, le escribo un correo a Antonio Jesús González Pérez el autor del libro que me trajo hasta aquí, dándole las gracias y preguntando. Su respuesta fue pronta: No tiene más información sobre Tía Paquita que la que aparece en el libro “HISTORIA GENERAL DE LA FOTOGRAFÍA EN SEVILLA” de Miguel Ángel Yáñez Polo.
Escena improbable la de reconocer a la tía Paquita en una foto de mujeres rapadas, porque hay muy pocas fotos de algo que sin embargo pasó de forma muy generalizada. Hay más de 400 casos documentados en Sevilla y provincia.



Pueblo por pueblo, allá donde llegaban. Fue una idea contagiosa. Se buscaba a los hombres, se los apresaba si no se habían tirado al campo o se habían escondido en boquetes o entre dos paredes a oscuras. Luego se iba en busca de las mujeres y se les aplicaba esta ceremonia de humillación. Las rapaban bruscamente, haciéndoles frecuentemente heridas. Si eran tres en el pueblo las señaladas, delante la mujer del enemigo que huyó y en ella se venga el hijo del señorito que es de la falange. ¿Quién sabe? Tres porque el pueblo es pequeño. Si eran ocho, ocho. A ritmo de tambores, o de una corneta, lo que hubiera, las sacaban a la calle. Desde la cárcel hasta la plaza del pueblo. Les habían dado aceite de ricino en una cantidad tal que defecaban en medio del gentío. Imagino el primer silencio, el horror primero. Luego un insulto se alza por atrás. ¡Os estáis cagando guarras! Algo se le estrella en el pecho a la que va delante, la más joven, la más valiente. Una piedra. La primera piedra. La calle estrecha que recorren se llena de mujeres y de niños asustados. Grítale roja, guarra, puta, que vea yo que no eres como ella. Que aquí nos conocemos todos. Participa conmigo de esta ignominia. El cura está viendo desde el balcón del Ayuntamiento la llegada de la procesión que, rodeada de una muchedumbre vociferante, desemboca en la plaza, pero no se muestra compasivo.


 30-12-2022

           Tengo por primera vez el libro entre las manos. Busco ansiosa en el índice.   


Al habla Juan Ruiz Alcaina que había sido aprendiz en casa de Medina, un fotógrafo flamenco y sandunguero que tenía su estudio en el número 20, justo enfrente de Tía Paquita. He encontrado algunas fotografías de él. Ruiz Alcaina dueño de una memoria formidable, proporciona a Yáñez Polo información no sólo sobre Tía Paquita sino sobre todos los que fueron los fotógrafos de su época en la Sevilla de las primeras décadas del siglo veinte. 

No habrá en su historia un hijo que se llegara a por flores al mercado ni una hija que sufriera con ella en la cárcel. Era la viuda de un fotógrafo de un pueblo de la Sierra y no lo hubo más flamenca, más alegre y más risueña.


 

     (Continuará) 

 



 


NO LUGARES. Colectiva