RONYA OTHMANN
Allí dejamos atrás lo que nos hace mujeres y nos volvemos personas
entre estas altísimas rocas
las víboras, tus amigas, las montañas.
llevas en la nuca el peso de tu
trenza. La costumbre que como piedras
lleva tu mirada hacia abajo. En el valle cuelga
la niebla. no quieres volver. Lo que
dices mientras callas.
mientras el helicóptero va raspando
el cielo. y te escondes entre las matas,
te vuelves mantillo, corteza. y retama espinosa
para que no te encuentren, al musgo
laderas abajo.
te has cortado la trenza y debes volver a
aprender a andar, el equilibrio de tus
pasos, todo recto, pero aquí no hay
suelo
MARIO BENEDETTI
No te rindas (fragmento)
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
GLORIA FUERTES
"En las noches claras
resuelvo el problema de la soledad del ser.
Invito a la luna y con mi sombra somos tres".
LA ALEGRÍA
Y súbita, de pronto,
porque sí, la alegría.
Sola, porque ella quiso,
vino. Tan vertical,
tan gracia inesperada,
tan dádiva caída,
que no puedo creer
que sea para mí.
Miro a mi alrededor,
busco. ¿De quién sería?
¿Será de aquella isla
escapada del mapa,
que pasó por mi lado
vestida de muchacha,
con espumas al cuello,
traje verde y un gran
salpicar de aventuras?
¿No se le habrá caído
a un tres, a un nueve, a un cinco
de este agosto que empieza?
¿O es la que vi temblar
detrás de la esperanza,
al fondo de una voz
que me decía: «No»?
Pero no importa, ya.
Conmigo está, me arrastra.
Me arranca del dudar.
Se sonríe, posible;
toma forma de besos,
de brazos, hacia mí;
pone cara de mía.
Me iré, me iré con ella
a amarnos, a vivir
temblando de futuro,
a sentirla de prisa,
segundos, siglos, siempres,
nadas. Y la querré
tanto, que cuando llegue
alguien
-y no se le verá,
no se le han de sentir
los pasos- a pedírmela
( es su dueño... era suya ),
ella, cuando la lleven,
dócil, a su destino,
volverá la cabeza
mirándome. Y veré
que ahora sí es mía, ya.
IKEBANA. JULIA UCEDADESDE el jardín inunda las habitaciones un pálido silencio,fresco,suavecomo una mano sabia y sagrada desde algún espacio sin tiempo;tal vez de alguien no creado todavía pero que sonríe sin sonreír.Llueve. El silencio está vivo y acompaña,se le respira y nos fundimos en lo innombrable.Los árboles y yo nos sentimos en paz. De vez en cuando,una gota perezosa cae desde el último dedo de las ramas de un cedroque reina en el jardín como barco de velas.En el monitor encendido veo el fragor de un mundoperdido en su desvarío.No cambiaré mi conciencia para estar con ellos. Estoycon los árbolesy su silencio.Y con la mano sagradade quién ignoro.
"Cual adolescente en su primera cita,
tímidamente se asoma,
Kongde, la Grandiosa Montañita"
(Haiku libre escrito por Francisco José Fernández Román en Namche Bazar,
Nepal, 9 de abril 2022)
KARMELO C. IRIBARREN
El alba
Para Pablo G. Bao
Aquel lugar inhóspito
fantasmal
frío
en el que nunca
te quedaba un cigarrillo
y los taxis
iban siempre
en la otra dirección
PEDRO SALINAS
...
Por eso existen
labios y dientes, tan cercanos, juntos
y sin posible confusión, seguros
los dos de lo que quieren: transvivirse
en beso o hueso,
en inmortalidad del incorpóreo
no querer morir nunca que es besarse,
ellos, los labios y los dientes, ellos, en la final materia, calavera
donde el labio pudrió y ellos aún luchan.
...
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